Si hay un lugar que a nivel mundial no necesita presentación, ese es Angkor. Millones de personas alrededor del mundo viajan hasta el corazón de Camboya para ver con sus ojos una de las maravillas que el hombre creó, y rara vez decepciona. No fue la excepción para mi, pero me dejó algo más que un sueño cumplido y cientos de fotos...
Nota: Señor lector, se le informa que si viene en busca de respuestas, lamentamos comunicarle que se llevará más preguntas que aquellas. No se aceptan reembolsos.
Y un día llegue a Angkor. Finalmente lo hice. Después de pasar el trago amargo del robo de la mochila, que no hizo más que retrasarme un día, conseguí cumplir el sueño de verlo con mis propios ojos. Pasar nuevamente ese trayecto donde ocurrió el hecho me generó cierta duda y nerviosismo, y hasta creí que quizás no iba a poder disfrutar tanto al pensar en lo ocurrido. Por suerte me equivoque, esta maravillosa obra de arte hizo que todo pasara a segundo plano, o mejor aun, que lo olvide.
Llevaba años viéndolo por fotos y poder conocerlo era tachar de mi lista un nombre pesado.
Debo confesar que cuando el sol empezó a iluminar y vi esa silueta tan famosa, hizo que al pensar donde me encontraba se me pusiera la piel de gallina.
Aclaro que tengo cierto atractivo por lugares antiguos y con tanta carga histórica como estos, razón por la cual en mi lista de pendientes se encuentra Machu Picchu, La Muralla China, El Palacio de Petra y Las Pirámides de Egipto, entre tantos otros.
Perderme entre sus ruinas me provocaba un sin fin de preguntas. ¿Cuál habrá sido la verdadera finalidad de su construcción? ¿Habrán realmente buscado demostrar su ascendencia divina o fue una demostración más de poder? Es que realmente impresiona ver el tamaño y la cantidad de templos. Alguna vez, ¿habrán los reyes responsables de estos pensado en la trascendencia que tendrían? ¿Se imaginaron siquiera que miles de años después estaríamos nosotros visitando sus creaciones? Que soportaron el paso del tiempo y se transformaron en un icono del país y del mundo. Día tras día, esperando amaneceres y atardeceres, siendo fotografiados en cada detalle.
Creo que ni en su mejor momento podrían haber pensado semejante trascendencia en el tiempo. Hasta el día de hoy siguen sacando suspiros y hacen que, gente como yo, se pregunte y repregunte tantas cosas. ¿Cómo habrá sido? ¿Habrá muerto mucha gente como en otras grandes creaciones? ¿Habrá sido una innovación en su momento? ¿Realmente esto fue lo que quisieron hacer? Para algunos quizás es mejor no saber el trasfondo, sino simplemente admirarlos y respetarlos, para mi es inevitable pensarlo.
Mientras recorría el complejo había frases que me repetía una y otra vez: “esto es muy loco” me decía, “que increíble” me respondía sin responder. Templo tras templo volvía a repetir las mismas frases, como no creyendo que este fuera real, con más de 1000 años ahí, en el mismo lugar de siempre, escondiéndose y mezclándose con la selva, esperando quien sabe qué.
Quizás les parezca un poco rebuscado, hasta innecesario tantos pensamientos, puede ser. Pero como aclare al principio, este no busca dar respuestas. Esto busca darle un lugar y un orden a todo eso que me generó Angkor, y que probablemente me generen aquellos otros lugares en mi lista de pendientes.
Ni la ciencia aún pudo determinar muchísimas cosas, muchos misterios aún envuelven a estos templos. Como pretendo yo hacerme con tantas respuestas. Quizás algún día se terminen de revelar y pueda, al menos, sacarme alguna espina. Mientras tanto tendré que conformarme con haberlos presenciado, que no es poca cosa.
Quizás alguno de ustedes comparta estos pensamientos, quizás no.
Pero lo cierto es que, por ahora, la única verdad la tiene la historia.