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Itinerario para viajar a Myanmar: Mis 3 semanas por el país

Actualizado: 8 dic 2019

¿En pleno armado de tu itinerario para viajar a Myanmar? Acá te voy a contar todo sobre mi paso por este hermoso país: transporte, donde dormí, costos, que visitar, y todo eso que estas buscando para armar tu viaje.


Mi visita a Myanmar venía de alguna manera cargada de emociones. Por un lado me generaba ciertas expectativas por comentarios de otros viajeros, y por el otro sería el país con el que concluiría mi viaje por el Sudeste Asiático, lo que implicaba el final de un viaje de 1 año que se acercaba...


Con todo este peso agregado a mi mochila arribaba a Myanmar, entraba a la oficina de inmigración luego de llegar en la caja de una 4x4 y cruzar a pie uno de los tantos puentes de la amistad que tiene Tailandia con sus vecinos. Me percataría que en el mismo puente se cruzan los carriles, pues del lado tailandés se maneja por la izquierda y del lado birmano por la derecha. Luego descubriría que casi todos los autos tienen el volante al revés, ya que el gobierno militar fue quien tuvo la maravillosa idea de cambiar de mano hace no muchos años.


Me sorprendió la amabilidad de las personas que trabajaban en la humilde oficina y agradecí que no existiera ningún “fee" sorpresa como en tantas otras fronteras del SEA. Allí sentado conocí al holandés Xander y a Borja, un mallorquín que relata sus historias de viaje con mucha gracia en su blog, y con quien compartiría el resto de mis días en el país.


Itinerario de viaje por Myanmar


Hpa An


Después de las cinco prometidas horas de viaje desde la frontera llegamos a la “terminal” de Hpa An, que en realidad era una especie de estacionamiento abandonado con algunos tuk tukeros durmiendo la siesta en sus vehículos y sin ánimos de regatear. El calor era tal que en los diez minutos que tardamos en conseguir nuestro tuk tuk, ya estábamos mojados de cabeza a pies.


El hostel más conocido de Hpa An es Soe Brothers. Pero justamente por eso es que siempre está lleno, así que terminamos en el que está al lado, Hin Tha, pero solo estuvimos una noche ya que en mi habitación había chinches. Después de 10 meses de viaje finalmente conocí las chinches. Más allá de eso, que no es un tema menor, el hostel dejaba mucho que desear. Las habitaciones eran extremadamente chicas, sin ventilación, muy sucias, y ni hablar de los baños...


Una vez sorteado el tema del hostel pudimos disfrutar de los alrededores, ya que la ciudad en sí no nos gustó mucho. Alquilamos motos con otros dos catalanes, Marina y Marc, y visitamos el templo Kyauk Kalap, las cuevas Sadan, tomamos cervezas a la veda del río y nos perdimos por arrozales.


Volviendo para la ciudad pasamos por unas cuevas que eran conocidas por la salida de murciélagos (Bat Caves) a la puesta del sol, al compás de unos tambores tocados por locales. Pero nada de eso sucedió, esperamos hasta entrada la noche y si salieron tres fue mucho, aunque el francés que parecía un poco fumado juraba que habían salido miles.


Previo a ello nos detuvimos al escuchar música y seguimos el rastro hasta dar con una fiesta local. Al vernos, la gente del lugar nos invitó a formar parte y nos llenaron la mesa de comida bastante picante. Días después nos daríamos cuenta que presenciamos la ceremonia de dos niñas convirtiéndose en pequeñas monjas o novicias.

A pesar de esfuerzos frustrados, los tres días que pasamos en Hpa An comimos siempre en el mismo lugar. No encontramos otro con precios más baratos y la comida nos encantó. Recomiendo que vayan y que prueben sobre todo la ensalada de arroz con hojas de té, un plato muy típico del país y muy bien realizado por esta pareja birmana. El lugar no tiene nombre pero queda sobre la misma calle de Soe Brothers, de la mano de enfrente a casi dos cuadras en dirección al río.

La última noche la pasamos en un monasterio que queda en la cima de una Monte Zwegabin. A sus pies se encuentra el Lumbini Garden, donde se pueden apreciar cientos de budas dorados desparramados en medio del campo. Subimos los 3633 escalones (si, leyeron bien el número) por la tarde para evitar el calor extremo y una vez arribados, los monjecitos nos dieron la bienvenida con un talonario en mano, puesto que para pasar la noche era obligatoria una contribución de 5000 kyats por persona. Después de la deseada ducha y de elegir nuestras colchonetas donde dormir, nos dirigimos al "Vegetative Restaurant" (así decía el cartel en la entrada) del monasterio, donde comimos arroz con vegetales, claro esta.


Siendo sinceros, esperaba algo mucho más “monasteril”. No porque fuese malo, pero esperaba más en ese sentido. Eso si, el amanecer que vimos hizo que todo valiera la pena, aunque toda la experiencia en general fue muy positiva, lo recomiendo.


Mandalay


Nuestro paso por Mandalay fue fugaz. Ya sin Xander que se fue directo a Yangon, con Borja, Marc y Marina, llegamos por la mañana y conseguimos un bus que salía a la tarde-noche para Kalaw. Lo que más nos llamaba la atención era visitar el puente que sale en toda postal de Myanmar, pero como está alejado de la ciudad no hicimos a tiempo para verlo.


Nuestro gran objetivo era buscar un lugar con aire acondicionado o en su defecto algún pastito a la sombra para descansar ya que no habíamos dormido casi nada la noche anterior en el bus y sufríamos del síndrome pata de elefante (cuando se te hinchan los tobillos por viajar sentado mucho tiempo). Pero fue un fiasco, el único lugar con aire que encontramos fue el banco.


Llegamos al mercado central gracias a una señora que salía del banco y se ofreció a dejarnos allí (se ve que le dimos pena con nuestras patas de elefantes). En nuestra búsqueda por un espacio verde, llegamos a un decadente parque infantil en el cual había que pagar una exagerada suma de dinero para entrar. Como nos parecía ridículo pagar por sentarnos en el pasto terminamos en un puestito tomando cervezas, a ver si nos curaba el malestar de los tobillos (?).

Pero lo más bizarro y memorable de Mandalay fue que de la nada, caminando por ahí, terminamos nuestra tarde en la terraza de un edificio en el que había un salón de eventos, donde nos sirvieron cerveza helada con maní (si si, maní como en Argentina) y donde nos duchamos en los baños más limpios que vimos en todo Myanmar. No tenía aire, pero sí unos gigantescos ventiladores que nos apuntaban solamente a nosotros. ¡Salud!


Kalaw


Reconfortados por las birras, nos tomamos el bus rumbo a Kalaw, el pueblo desde donde salen los trekkings para el Lago Inle. Llegamos de madrugada y con mucho frío debido a la altura a la que nos encontrábamos.


Algunos dueños y empleados de hoteles esperaban al acecho de los dormidos turistas que bajaban de los buses. Todos los esfuerzos que hacía el pakistaní de turbante y barba larga para que vayamos a su hostel fueron en vano. Como nos pareció bastante chanta y no nos cerraba lo que nos ofrecía, decidimos dividirnos y salir en busca del lugar más barato y aceptable. Finalmente después de una hora de idas y vueltas, nos terminamos quedando en el de enfrente de donde nos había dejado el bus (toda la info sobre los hospedajes al final).


Destinamos el día siguiente a dormir y a buscar un guía para hacer el trekking. Todos realizaban el mismo recorrido, salvo “Uncle Sam” que ofrecía una ruta alternativa “no tan turística”, pero como no tenían disponibilidad para el día siguiente terminamos contratando con Ever Smile que fueron los que mejor precio nos hicieron.


Trekking a Lago Inle


Sinceramente el trekking no nos encantó, quizás esperábamos más, o algo distinto, no sabemos, pero sentimos que nos quedamos con gusto a poco. Nuestro guía, un lugareño pequeño y tímido que llevaba siempre su sombrerito de arpillera plegable y que a pesar de los casi 40 grados al sol se vestía de jean y mangas largas, no lo podríamos recomendar.


Los paisajes consistían básicamente de arrozales amarillos, cerros y campos secos. Es que claro, hacía meses que no llovía, algo normal en la época seca de la zona. Los dos primeros días caminamos cerca de siete horas cada día, pasamos por pueblitos que hartos de ver turistas, giraban sus cabezas mientras pasábamos. Las dos noches nos quedamos en casa de locales (en realidad en bungalows diferentes), pero pese a nuestros intentos no tuvimos mucha interacción con ellos, en realidad depende mucho del guía ya que es él el que tiene que hacer las veces de traductor.

Aunque no es un trekking difícil, se hace pesado por el calor porque son varias horas de caminata. Para colmo, la segunda noche empece con un malestar que me duró todo el tercer día de caminata. En realidad, fue una diarrea fuertísima que no me dejaba hacer cincuenta metros sin tener que parar en algún arbolito. Deshidratado y sin fuerzas, termine arriba de una moto que pasaba por una ruta cercana y que me llevó hasta el último punto, desde donde haríamos el último trayecto en un bote por el Lago Inle.

El paseo en bote nos encantó. Pudimos ver a los pescadores haciendo equilibrio en sus canoas. Casi que podríamos decir que fue lo que más disfrutamos del trekking, irónicamente la única parte que no caminamos, y a pesar de rogarle todo el viaje a mi estomago que me dejara llegar hasta el final.


En el pueblo Inle lo más recomendable para hacer es recorrer los alrededores en bici, perderse por pagodas, mercados y disfrutar de la calidez de la gente. Claro, esto es lo que me contaron los chicos, porque yo estuve en cama dos días recuperándome de mi deshidratación y malestar.


Hsipaw


Bajábamos otra vez del bus de noche y otra vez nos esperaban representantes de hostels, totalmente entongados con las agencias de buses porque todos llegaban a ese horario de mierda en donde tenes que pasar lo que queda de la fría noche pero te da bronca pagar por la noche entera. ¡Se tenia que decir, y se dijo!


Después de una siesta reparadora (nunca se duerme bien en los buses y más cuando llegas de madrugada) salimos para las hotspring. En realidad resultaron ser dos piletitas pequeñas de agua tibia, pero creemos que en época de lluvia deben estar mejores. Lo lindo fue el camino de una hora hasta llegar allí. Pasamos por medio de plantaciones que a diferencia de Kalaw estaban verdes, y con las caretas que Marina y Tamara (otra española que se sumo al grupo) habían comprado hicimos el paseo más divertido. Después se las terminamos regalando a unos niños que se reían al ver a los guiris caminando con mucho calor y llevando máscaras.

Al día siguiente nos levantamos temprano y emprendimos camino a Pankam, un pueblito muy pintoresco con gente sonriente. Caminamos cuatro horas con nuestro nuevo compañero Mordisquitos, un perrito que adoptamos, o mejor dicho el nos adoptó a nosotros por un rato. Después nos enteramos que pasa sus días entre Hsipaw y el pueblo siguiendo a extranjeros.

A cinco minutos de llegar al pueblito, una mujer en moto con su hija estaba plantada en la entrada preguntando a los recién llegados dónde pasaríamos la noche, ya que ella nos podía alojar. Desistimos pese a la insistencia y que la niña nos arrastrara de la mano a su casa, y dedicamos la siguiente hora a recorrer el que se convertiría luego, uno de los mejores lugares de Myanmar. Sonrisas, saludos, niños y mujeres por doquier, ningún hombre a la vista.

Dos viejitas que estaban trabajando con el té nos hicieron señas a los lejos para pasar a su hogar. Aceptamos la oferta y entre té y cigarrillos, que solo los ofrecía a los hombres, jugamos con la nena más hiperactiva de todo el Sudeste, Salu.


Con el gesto universal de las dos palmas juntas bajo las mejilla, decidimos pasar la noche en lo de las viejitas que ya nos estaban preparando un abundante almuerzo para comprar nuestros corazones y estómagos. Elo, la mamá de Salu, llegó por la tarde y nos mostró cómo ella y su hermana secaban las hojas de té en grandes hornos y luego las amasaban para que desprendieran su aroma.


Nos costó despedirnos del pueblo, todos los niños nos seguían y no dejaban de mostrarnos sus inocentes sonrisas. Si tuviéramos que recomendar una visita imperdible en Myanmar sería la de este pueblo, ya que a nosotros nos brindó lo que buscábamos y no encontramos en el trekking a Inle.

De regreso a Hsipaw visitamos el Palacio Shan. Más que palacio es una casona antigua de estilo británico en donde vivió el último príncipe Shan (una de las etnias más poderosas de Birmania), quien desapareció misteriosamente durante la dictadura militar. La casona fue heredada por su sobrino Donald quien, junto a su esposa, la abrió a turistas para contar la historia de la familia. Con la excusa de que estaba revelando demasiada información a los extranjeros, clausuraron la casa y se llevaron a Donald preso por varios años. El palacio fue reabierto por la pareja una vez que él fue liberado, pero ahora, después de su muerte, es su esposa quien mantiene viva la memoria de la familia. La entrada es gratuita, solo se pide una colaboración.


Pyin U Lwin


Siendo honesto, solo fuí a esta ciudad porque quería hacer el famoso recorrido en tren que pasa por el segundo viaducto más alto del mundo. Con bolsas de churros, samosas y bolas de coco, estábamos listos para pasar las siete horas en el caluroso tren. No hace falta en realidad abastecerse de tanta comida, ya que el tren hace largas paradas en muchas estaciones y la gente aprovecha para comer e ir al baño, pero nosotros que no podíamos parar de comer esos churros grasientos no podíamos arriesgarnos.

Lo más destacable de Pyin U Lwin fueron las cascadas Anisakan, el mercado nocturno, el vino de jengibre que compramos en una tiendita de licores y el festejo por la asunción del primer gobierno democrático. Nos esperábamos una gran fiesta, pero solo pasó una camioneta con un altoparlante y unas cuantas personas atrás celebrando, nos pareció un tanto triste para un acontecimiento tan importante para la historia del país.


Bagan


Después de cinco vehículos y varias horas llegamos a Bagan a dedo desde Pyin U Lwin. Habíamos leído que era una buena opción para evitar pagar el excesivo impuesto que cobran a los extranjeros al llegar a la ciudad. Sin embargo, los chicos que nos acercaron a la ciudad pararon automáticamente en el puestito de control antes que pudiéramos evitarlo. Así, lo que habíamos ahorrado en transporte lo tuvimos que pagar de entrada.


Bagan fue la capital del Reino de Pagan por 400 años. Se sabe que durante el esplendor de su reinado en los siglos XI, XII y XIII se construyeron cerca de 10000 templos, monasterios y pagodas. Sin embargo, debido al deterioro del tiempo y numerosos terremotos en la zona, hoy sobreviven solo 2200. Bagan quiso formar parte de los sitios nombrados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero debido a las restauraciones con materiales modernos y que no supieron respetar la arquitectura tradicional, no consiguió entrar en el famoso listado. De todas formas, el lugar es visita casi obligada del país.


Recorrimos los templos por dos días y lo hicimos en bici. Como el calor era insoportable (rondaba los 40 grados) las visitas se limitaban por la mañana para ver el amanecer y las tardes para ver el atardecer. Durante el resto del día, hacíamos lo que hacen todos cuando hace mucho calor: dormir la siesta y atrincherarnos en la habitación con aire acondicionado (y claro, algunas cervezas locales bien fresquitas).

El complejo es muy grande y es fácil perderse, así que lo mejor es ubicarse con Maps.me desde el celular para encontrar los templos con las mejores vistas. Todos suben al templo Shwesandaw para ver el atardecer, pero si querés evitar las masas y tener una buena vista también, me gustó mucho el Shwe-gu-gy. También vayan preparados para sesiones fotográficas, porque algunos birmanos se van a querer sacar muchas fotos con ustedes.


Yangón


Yangón fue mi última ciudad de Myanmar. No estaba seguro como sería el encuentro porque había escuchado muchos comentarios negativos. Por suerte, no hice caso y me quede tres noches, y debo decir que la ciudad me gustó muchísimo, y de no tener que embarcarme al final del viaje le hubiese dedicado algunos días más.

Caótica, sucia, con sus calles tan activas como si cada día fuera el último, fachadas viejas y descascaradas que la hacen tan fotogénica. Algunos se atreven a decir que es una buena introducción a India, pero como aun no visité aquel país, no puedo afirmarlo. Solo se que sus vivas y alborotadas calles junto a su mix cultural forman un gran combo.



Y así llegábamos al final de mi paso por Myanmar. Yangon fue la puerta de salida. Fueron tres semanas muy movidas y que disfruté mucho, gracias a la buena compañía que el camino me regaló.


Mis expectativas finalmente se cumplieron, encontré gente muy amable y sonrisas sinceras.


Lo que siguió fue una nueva vuelta a Malasia, primero a Penang a comer rico unos días y después, a disfrutar de unas playas que me habían quedado pendientes: Perhentinas.

Iba a ser la tercera visita en lo que iba del año, no podía decir hasta luego y cerrar mi viaje por el Sudeste Asiático sin despedirme de ella...


Datos Útiles / Costos


El tipo de cambio cuando fui era de 1 Usd = 1200 Kyats aprox.


Buses desde la frontera a:

  • Hpa An 9000 K

  • Yangon 15000 K

  • Mandalay 23000 K

Hospedaje Hpa An: Hin Tha 12000 K habitación doble con ventilador y wifi. Estaba muy sucio y lleno de chinches. Soe Brothers 12 Usd habitación doble con ventilador y wifi. Es mejor que el Hin Tha, pero hasta ahí.


Bus de Hpa An a Mandalay: 12000 K


Bus de Mandalay a Kalaw: 7500 K


Hospedaje en Kalaw: Pine Land Inn, habitación doble con desayuno y wifi 12 Usd (por una noche y media).

Trekking de Kalaw a Inle 3D/2N 36000 K por persona, con Ever Smile.

Entrance Fee al Lago Inle: 12500 K.


Hospedaje en Inle: Lady Princess 2 habitación doble con desayuno y bicicletas a 20000 K.

Bus de Inle a Hsipaw: 15000 K.


Hospedaje en Hsipaw: Yee Shin habitación doble con desayuno y wifi por 15000 K.

Tren de Hsipaw a Pyn U Lwin: 2750 K en “primera clase".


Hospedaje en Pyn U Lwin: Grace Hotel II, habitación doble con desayuno por 20000 K. No nos gustó mucho pero fue de lo mejorcito que encontramos por ese precio.


Hospedaje en Bagan: ViewPoint Inn, habitación triple con aire acondicionado, desayuno y wifi por 30000 K. Recomendable, sobre todo el aire acondicionado por las altas temperaturas.

Entrance Fee Bagan: 25000 K.

Bus desde Bagan a Yangon: 14000 K. El mejor bus que he tomado, limpio y cómodo, empresa Elite.


Hospedaje en Yangon: Okinawa Guesthouse II, dorm con aire acondicionado, desayuno y wifi por 10500 K por persona.

 

Si queres saber más sobre Myanmar, no dejes de leer el post Myanmar en 10 fotos, en donde en 10 fotos te muestro características únicas de este hermoso país.


Espero que este itinerario para viajar a Myanmar te haya sido útil, tanto como yo disfruté de esas tres semanas.


Cualquier dato que quieran agregar o actualizar es bienvenido. Lo dejan como comentario así mantenemos esto actualizado para todos.


Y claro, si te gustó, ¿me ayudas compartiéndolo?

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